jueves, 4 de diciembre de 2008

FRENTE SOCIALISTA DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE LA ENERGÍA

ELABORADO POR ELOINA DIAZ, ROGER BONILLA, CARLOS SILVA, JOSE ALVARADO, SIMON APONTE

FRENTE SOCIALISTA DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE LA ENERGÍA NACIONAL

MANIFIESTO

La clase trabajadora, somos la clase por excelencia que en el capitalismo tiene la real posibilidad de dirigir la revolución contra el capital. La ruptura del trabajo con la relación que lo tiene atado al capitalista, es el derrumbe definitivo de esta sociedad.
Los trabajadores tenemos un compromiso con la humanidad: Liberarla de todo tipo de cadena y somos precisamente nosotros, la clase que soporta las “cadenas más radicales”. Cargamos todos los sufrimientos de la sociedad capitalista, lo cual, nos coloca históricamente en el papel liberador, puesto que al emanciparnos como clase, estaremos liberando a todos los humanos del riesgo de ser explotados y oprimidos.
Somos el sostén del capitalismo, porque sobre nuestros esfuerzos diarios, mentales y manuales, se levanta la producción y la reproducción de las relaciones capitalistas. Los trabajadores podemos vivir sin el burgués explotador, pero este no puede vivir sin la explotación de nuestra fuerza de trabajo. Somos la sangre y el nervio del capital. El capital sin nosotros no existe.
Han sido varios siglos de una tenaz lucha llevada a cabo por nuestros antepasados hermanos de clase, por liberarse del yugo que nos impone el capitalista, yugo impuesto a través del salario, no importa que este sea bajo o alto, indistintamente siempre el salario es el mecanismo que nos ata al capital. En este conflicto de clase, a través de la historia han caído un número no calculado de muertos pertenecientes a la clase trabajadora y millones de nuestros camaradas han sido llevados a las cárceles del sistema, con lo cual se ha demostrado que el capitalista y sus instituciones del Estado burgués, se hacen implacables a la hora de defender los privilegios que les reporta la relación Capital - Trabajo. Igualmente implacable y continua debe ser la lucha de los trabajadores del mundo, por desmontar esta relación y liberar para siempre las fuerzas creadoras del humano, de todo tipo de relación social que las controle para ponerlas mezquinamente al servicio de una clase que se erige en dominante.
El capitalismo es eso, una relación social, una relación de humanos controlada por el capital, dirigido y administrado a su vez por el burgués o capitalista. En el proceso productivo, las maquinas son escuetamente mercancías o capital muerto, en su uso se deprecian, pierden valor progresivamente; las materias primas y otros insumos simplemente se transforman, sus valores son constantes. Sólo la fuerza de trabajo, adquirida por un salario por el capitalista, agrega más valor al producto que se obtiene al final del proceso productivo. Ese mayor valor conocido como plusvalía que conduce a la reproducción ampliada del capital, es apropiado sin ningún costo por el capitalista, con lo cual se va permitir acumular, llevar una vida cómoda y de derroches, a la vez que le facilita nuevas inversiones para redimensionar su aparato productivo.
En esta realidad vivimos envueltos los trabajadores, donde nos encontramos fracturados por la propia división social del trabajo propuesta por el capitalista; somos calificados de manuales o intelectuales, obreros y empleados, con escalas salariales que nos dividen aún más, al extremo que los trabajadores de mayores salarios prefieren que los llamen clase media que trabajadores.
Pero, no sólo nos separan procesos propios de la producción y la remuneración salarial, también nos apartan, para satisfacción de los capitalistas, las creencias y religiones, los partidos políticos policlasistas, las fronteras con sus nacionalidades, los valores ajenos a nuestros intereses de clase como el individualismo, la envidia, el egoísmo, la mezquindad, la falta de cooperación conciente y la falta de solidaridad, entre otros.
Sabemos que la fractura nos debilita, pero muchas veces no hacemos nada por organizarnos, unirnos, para superar esas debilidades. Pasivamente dejamos nuestros instrumentos de lucha como el sindicato, en manos de los eternos dirigentes sindicales que lejos de defender los intereses de la clase, son regularmente aliados del patrono o simplemente son voceros de las líneas políticas de los partidos y organizaciones donde militan. Pasivamente también, nos conformamos calladamente con ir a nuestros trabajos, realizar la actividad que nos fijan, esperar los días de cobro e irnos a nuestros espacios donde habitamos, a dejar que el tiempo transcurra, para repetir la rutina de todos los días, de todas las semanas, meses y años. Indolentes no nos damos cuenta que el planeta se hunde, se incrementa la miseria y el hambre; que las fuerzas imperiales invaden a países por apropiarse de sus riquezas o porque adversan las propuestas de saqueo y expoliación que hacen las grandes empresas transnacionales. Todavía no se nos ha despertado la conciencia de clase, de no saber plenamente qué significamos como fuerza revolucionaria en la sociedad capitalista.
Ha llegado el momento para que la clase trabajadora juegue el papel revolucionario que le corresponde. Las condiciones están dadas para que la dirección del proceso socialista que se propone en Venezuela, sea tarea fundamental de los trabajadores venezolanos. El Gobierno Bolivariano abre esa perspectiva para que nosotros, como principal sujeto social de la revolución socialista, nos convirtamos en ese sujeto protagónico y a través de la acción revolucionaria le demos un perfil realmente socialista a los cambios que se plantean en la realidad venezolana. De no hacerlo los trabajadores, dejamos la conducción de la revolución en manos de la pequeña burguesía cuyos hábitos oportunistas y burocráticos, lejos de llevarnos a la construcción de una sociedad socialista, nos conduce al establecimiento de un Capitalismo de Estado dándole el nombre de socialista a este régimen, que facilita la reproducción de las relaciones capitalistas a partir del Estado, con el pretexto de constituir una burguesía nacional que confronte al imperialismo. Debemos tener bien claro que nacionalizar es un paso importante en el proceso de socialización, pero no es la socialización en sí. Hay que prepararnos para que el Estado en un proceso más avanzado, traspase los medios de producción a los trabajadores organizados.
Los trabajadores tenemos que crear las condiciones para que la socialización de los medios de producción sea un hecho real. Ya el Presidente Chávez en su propuesta de Reforma en el Artículo16., asoma a la Comuna como ese cuerpo social donde, colectivamente, puede descargarse la propiedad de los medios de producción. Es precisa y acertada esa propuesta y debemos los trabajadores tomarle la palabra al Presidente Chávez, porque los sectores no interesados en la revolución la pueden escamotear para imponer sus criterios Estatistas. Y ya lo están haciendo, cuando acusan de contrarrevolucionarios y enemigos del “proceso” a quienes advierten del peligro que representa el Capitalismo de Estado para el pueblo de Venezuela.
También nos proponemos conformar Asociaciones Cooperativas de Producción Múltiple de Carácter Mixto que abarquen diversas actividades incluyendo el intercambio, las cuales permitan superar las limitaciones que tienen las Cooperativas organizadas por actividad con características de microempresas y criterios capitalistas. Por el contrario nuestras Asociaciones Cooperativas nacen con los elementos básicos para conformar comunas.
La Comuna, práctica universal de la humanidad, redescubierta por los trabajadores de París, Lyon, Toulouse en Francia, y luego por los de Berlín, Munich, en Alemania; Turín, Milán en Italia, así como los trabajadores de Polonia, Hungría, España y otros países, es el modelo de organización social donde se resumen los mejores momentos de la humanidad, expresados en relaciones sociales basadas en la propiedad común de los medios de producción, distribución colectiva de la riqueza, espacios de abastecimiento común, donde reinan como valores humanos la cooperación conciente , la solidaridad, el apoyo y la ayuda mutua. Son las relaciones sociales que permiten la paz entre los humanos que nos hacen definitivamente llamarnos humanos entre sí, y donde la naturaleza, nuestra Pacha Mama, deja de ser un cuerpo extraño para nosotros y así reivindicarla como nuestra madre a la que tenemos que respetar y preservar. Comuna es síntesis de armonía naturaleza – humano; humano – naturaleza.
Construir el socialismo basado en la Comuna como relación social, implica nuevas definiciones donde no exista el salario ni el capital, en ellas constituiremos fondos sociales para la distribución colectiva de la riqueza social creada, planearemos nuevos modelos de ocupación espacial, en la cual tomamos en cuenta la capacidad de carga de las regiones, promoveremos la diversidad productiva con criterio amoroso con la naturaleza, superaremos la contradicción campo – ciudad y la contradicción trabajo manual – trabajo intelectual; diseñaremos nuevos modelos de administración de la riqueza, y construiremos una sociedad donde más que administrar humanos administremos cosas.
En la Comuna debemos tener respeto a las distintas creencias, estableceremos la real igualdad entre los géneros, garantizaremos los medios de vida a niñas (os), personas que no pueden estar incorporadas a la producción directa por su edad o discapacidad.
El Modelo Productivo, sin descartar las fuerzas productivas que hemos aportado los humanos viviendo en las relaciones capitalistas de producción, debe ser orientado a la superación de las necesidades humanas, materiales y espirituales. Las fuerzas productivas que desarrollemos deben apartar a aquellas que conduzcan a la creación de estructuras surgidas de planes bélicos que fundamentalmente van dirigidos a la dominación y opresión de otros humanos.
Sin duda, que estamos viviendo una época donde la revolución socialista basada en relaciones sociales comunales, se hace presente ante el grito desesperado de una humanidad que no tiene alternativas de vida dentro de la sociedad capitalista, porque así como esta se hunde en continuas crisis, nos crea angustias e incertidumbres a miles de millones de humanos que hemos venido siendo llevados por una clase que sólo tiene como interés la máxima ganancia, es decir la extracción a los trabajadores de crecientes Tasas de Plusvalía (Trabajo Excedente obtenido en la jornada de trabajo que no es cancelada al trabajador y que va a parar a manos de los dueños de los medios de producción).
En este año 2008, ha cobrado intensamente fuerza la crisis capitalista que se ha venido gestando desde hace ya varias décadas. Las diferentes Bolsas de Valores, repetidamente han mostrado sus vaivenes con caídas estrepitosas y leves recuperaciones que sólo han servido para “correr la arruga”, hasta que actualmente hizo implosión en todas las economías que se han vanagloriado de ser desarrolladas. (Los pueblos de países sometidos a las reglas que imponen el grupo de los 7, siempre estamos en crisis).
El capitalismo ha venido atacando la crisis, como enfermedad que lleva por dentro, valiéndose de invasiones para generar conflictos bélicos, donde ya interviene el capital privado con sus ejércitos propios (Afganistán, Irak, Colombia para nombrar unos países). Es la guerra un negocio de destrucción para reconstruir nuevamente, es el principal medio que utilizan los capitalistas contra la crisis, pero también lo son las privatizaciones de los bienes y espacios productivos de las naciones pobres; la utilización de los fondos y pensiones de los trabajadores del mundo para financiar el capital privado transnacionalizado. Igualmente un arma muy eficiente, es el endeudamiento a que someten a muchos países a través de los recursos de las bóvedas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, donde tienen participación con sus dineros –capitales, todos las naciones que fueron sometidas al endeudamiento, con complicidad de los gobiernos, tipo Carlos Andrés Pérez, en Venezuela y de Menem en Argentina.
Son las tesis que luego asumieron el “cuerpo teórico” del Neoliberalismo, que le permitía a las transnacionales, plantearse un súper Estado, que acompañados de Estados planeadamente debilitados de los países sometidos, usan todos los recursos del mundo para evitar que caigan en situaciones depresivas las economías de los países más desarrollados, especialmente la de los Estados Unidos de Norteamérica, eje central del capital imperialista que domina el globo terrestre.
En los actuales momentos, las Bolsas de Valores de todo el mundo siguen en picada y cada día causan más alarma planetaria, porque el capitalismo es de premisas globalizadoras desde su propio nacimiento, tal como nos lo señala con mucha anticipación (año 1848) el Manifiesto Comunista en sus primeras páginas:
“La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta o otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones.
La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan para satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.”
Tal sabiduría de los autores del Manifiesto Comunista, (Carlos Marx y Federico Engels) redactado por solicitud y con colaboración de los trabajadores de la Liga de los Comunistas, tiene que ser un elemento de reflexión clasista de los trabajadores del planeta. Muchas de las cosas que descubrimos hoy, ya habían sido expuestas por los revolucionarios de otras épocas. Deliberadamente estos conocimientos han sido ocultados por las academias e intelectuales al servicio del capital, para que los trabajadores permanezcamos en las oscuridades que nos monta la mentira burguesa. Es hora de crear nuestro intelectual colectivo, acudir a la teoría revolucionaria para guiar mejor nuestra acción.
Al igual que las crisis de los siglos XIX y XX, que cíclicamente se han venido dando, son momentos de grandes posibilidades para que la acción revolucionaria de los trabajadores logre sus objetivos. El socialismo como propuesta se potencia porque el capital tiene sus piernas adoloridas y hace evidente todas sus fragilidades. De fiera que tiene pleno dominio de las situaciones, se torna en fiera herida que comienza a desangrarse. Es el proceso en que los volúmenes de plusvalía extraída del trabajo, sangre del sistema capitalista, no son suficientes para continuar sostenidamente acumulando y reproduciéndose. Como fiera moribunda se torna peligrosa y su planeada recuperación va a ser descargada fundamentalmente sobre los hombros de los trabajadores del mundo, especialmente de los trabajadores de los países que dependen de sus esquemas productivos como el nuestro.
Los trabajadores organizados, tenemos ante esta realidad capitalista, la gran posibilidad histórica, de echar a andar nuestros propósitos socialistas. De no hacerlo en estos momentos, le estaremos dando al capital, la oportunidad de recuperarse, tal como ha ocurrido en los anteriores períodos de crisis y depresión que ha tenido el capitalismo. Se va a valer de todos los mecanismos posibles que pueden ser económicos, políticos, militares, sociales, ideológicos, comunicacionales.
Los económicos ya comenzaron a ser utilizados con los miles de millones de dólares que están siendo aportados por todos los países para evitar que la carcomida estructura financiera se derrumbe y se traiga con ella buena parte de la economía mundial; dinero que por supuesto pertenece a los millones de ahorristas del mundo. No escatimarán acciones para poder utilizar los dineros que sean necesarios para frenar la hecatombe definitiva. Ya están aplicando fórmulas Keynesianas y Neokeynesianas que traerán devaluaciones de la moneda, acompañadas por supuesto, de escaladas de precios de los bienes, especialmente los bienes salario, junto a la subida de las tasas de interés activas; amenazas de disminución del empleo por cierre de empresas para presionar la baja de salarios; aplicación de impuestos indirectos como el IVA y el Impuesto al Debito Bancario. Aumento de los impuestos directos (impuesto sobre la renta), bajando el monto de los ingresos pechables; Intensificación de la jornada de trabajo. Todos estos instrumentos y otros, serán utilizados con el preciso objetivo de desvalorizar la fuerza de trabajo y así poder aumentar el volumen de plusvalía obtenida por el capital.
Las medidas de tipo social, estarán dirigidas a disminuir el gasto corriente para beneficiar a los gastos de capital. Políticas de corte social, verán mermadas sus fuentes de financiamiento, lo subsidios y créditos con retornos de tipo social tenderán a desaparecer; se incrementarán los precios de los servicios, lo cual desmejorará las condiciones de vida de los trabajadores y se llenaran las calles de desempleados que no les quedará otro destino que habitar las ciudades como hambrientos y mendigos.
Lo político y militar, se unirán para ofrecer sus recetas de invasión y agresión. Las protestas tendrán represión y falsas promesas de garantizar el bien de la humanidad (léase burguesía). La guerra siempre estará en puertas, como chantaje o como realidad, es amedrentadora y aterroriza a los pueblos, es mecanismo económico porque destruye para luego proponer la reconstrucción de los territorios que son espacios de los conflictos bélicos, tal como ocurrió con Europa y Japón después de la II Guerra Mundial.
En lo ideológico, el objetivo principal es hacer creer que se hace indispensable todo ese tipo de medidas para el bien de toda la humanidad. Se llamará al sacrificio de los pobres, con consignas como aquella de “trabajo y más trabajo”. Los intelectuales del sistema elaborarán teorías que vendrán a justificar “científicamente” lo que se está haciendo para salvarnos a todos. Las jerarquías de las diversas iglesias, elevarán sus oraciones para que el “dios todopoderoso” intervenga con su santa acción y venga en salvamento de la sociedad; desde sus iglesias utilizarán sus oraciones para aplacar la inevitable ira y protesta de los trabajadores por lo que nos están haciendo. El teatro, la prensa escrita, la radio, la televisión y el cine, el deporte espectáculo, todos en manos de poderosos capitalistas, jugarán su tradicional papel de distracción y deformación de la verdad.
Sin duda, el capital herido arremeterá con todas sus fuerzas contra los trabajadores, y los capitalistas con miles de intelectuales a su disposición, planearán las salidas, obviamente que favorezcan a los capitalistas. Si los trabajadores no actuamos organizadamente, el capitalismo se saldrá con la suya, asomará una Nueva División Internacional del Trabajo, que pondrá a los más poderosos a la cabeza de ella, con un mayor control de las fuentes energéticas: convencionales como el petróleo y el carbón, y alternas como la solar, hidráulica, termoeléctrica, nuclear y eólica, pasando estas últimas a disputarle terreno a la de los hidrocarburos.
Ante esta ofensiva prevista del capital, donde están comprometidos inclusive países como Rusia, China, Brasil y la India, porque la crisis no deja de golpearlos, los trabajadores de cada país, incluyendo los de países desarrollados, deben preparar una organizada lucha que no se puede reducir a la resistencia ante las embestidas del capital, sino también poner a andar propuestas que lleven como dirección la construcción de una sociedad socialista, apoyados en las relaciones comunales que señalamos al comienzo.
Los trabajadores tenemos que inventar para actuar ante la situación de crisis que hasta ahora sólo asoma los primeros coletazos. No podemos esperar a que el capital opere a sus anchas, hay que repotenciar a todas nuestras organizaciones de clase como los sindicatos, limpiarlos de corrientes e individuos oportunistas, que ven a estos como espacios de negociación que redundan en beneficios personales o de grupos. Bregar por cambios en las relaciones entre las Juntas Directivas y sus afiliados, luchar por una verdadera democratización donde las decisiones fundamentales no sean patrimonio de las cúpulas sino de la Asamblea de los trabajadores.
Se hace vital que impulsemos nuestros organismos de poder tales como Los Consejos de Trabajadores que actuando desde sus centros y espacios de trabajo, nos permitan impulsar el establecimiento de la gestión directa de las empresas por parte de los trabajadores organizados y desde los espacios de convivencia vecinal, desarrollemos la constitución de Comunas, apoyándonos en los Consejos Comunales.
Consejos de Trabajadores y Sindicatos, como organizaciones de la unidad de la clase deben ser los principales instrumentos de lucha de los trabajadores. El Consejo de Trabajadores como instrumento de poder para ir junto al gobierno revolucionario, diseñando y poniendo en práctica las relaciones comunales como ejes del socialismo en construcción. Los Sindicatos como instrumentos de clase, para impedir que el capital haga de las suyas con aplicación de las medidas anticrisis que con seguridad aplicará contra la fuerza de trabajo. Ambos, como un solo cuerpo, deben ir abriendo luces entre la clase, trazando caminos para la unidad plena de los trabajadores que permitan unificar nuestras fuerzas para dar golpes contundentes al capitalismo. Para nosotros como clase, actualmente esta en pié la lucha contra el capitalismo y la construcción del socialismo, no hay alternativa porque, para el capital, está planteado inexorablemente someter a la fuerza de trabajo a una escala mayor de explotación.
El Frente Socialista de los Trabajadores de la Energía, nace como un instrumento que sirve para ayudar a unificar a los trabajadores de este sector en la lucha contra el capitalismo. También para estimular y promover la unidad de clase de todos los trabajadores en general, con el preciso objetivo de enfrentar sus encarnizados enemigos de clase. Somos socialistas, porque los trabajadores no tenemos otro camino que impulsar colectivamente la sociedad socialista para poder liberarnos de las garras explotadoras del capitalismo.
Estamos conscientes de la dura tarea que a los trabajadores nos corresponde emprender. En el caso de los trabajadores de la energía, actividad de vital importancia para la vida económica de cualquier país, y especialmente para Venezuela, nos concierne asumir un papel que se compagine con la importancia de la rama energética. No podemos aparecer ante los demás trabajadores como un sector privilegiado, tal como se quiere hacer ver, para incitar aún más la división de la clase trabajadora. Los capitalistas se hacen una sola clase a la hora de defender sus intereses. Los Trabajadores tenemos que actuar como una clase, sin fracciones para que podamos enfrentar al capital con firmeza si queremos derrotarlo.
Como Frente Socialista aceptamos el reto de profundizar la revolución socialista en Venezuela para que se enrumbe definitivamente por el camino socialista. En ese sentido en el Frente Socialista de los Trabajadores de la Energía nos proponemos:
1.- Impulsar la lucha contra el burocratismo enquistado en los organismos del Estado; especialmente nos rebelaremos contra el funcionarismo que opera en las relaciones del Estado con el pueblo
2.- Desarrollar la lucha contra la burguesía interna y sus aliados
3.- Promover la nacionalización de las actividades claves de la economía: la gran banca, los sectores monopólicos de la construcción, la gran industria y agroindustria, monopolios de transporte, las grandes empresas de importación y exportación, las grandes empresas de las comunicaciones, etc.
4.- Impulsar la nacionalización de las grandes extensiones de tierra en manos del capital privado para ponerlas en manos de las comunas, las cuales tendrán como estrategia la diversificación de la producción para garantizar la soberanía alimentaria.
5.- Propugnar la industrialización y tecnificación plena y soberana.
6.- Desenmascarar las teorías y propuestas reformistas que conducen al Capitalismo de Estado, disfrazadas como socialistas.
7.- Estimular la creación de los Consejos de Trabajadores como nuestro principal instrumento de poder de la clase.
8.- Promover la Constitución de Comunas tanto urbanas como rurales apoyados en los Consejos Comunales.
9.- Participar activamente en el proceso de democratización de los sindicatos con presentación de propuestas que conduzcan a esto.
10.- Promover la creación de organizaciones donde se establezca la alianza de los trabajadores y demás sectores explotados y oprimidos por el capitalismo, tanto del campo como de la ciudad, (campesinos, amas de casa, desempleados, indígenas, estudiantes, trabajadoras sociales, pequeños productores y otros) para librar unitariamente la lucha contra esta sociedad.
11.- Elaborar propuestas y llevarlas a la discusión de los trabajadores, para la transformación de las estructuras productivas y administrativas de las empresas de energía, dirigidas a conformarlas en empresas con relaciones socialistas.
12.- Participar activamente en la lucha por lograr la unidad de todos los trabajadores de Venezuela.
13.- Promover la lucha de los trabajadores de Venezuela y el mundo contra las medidas anticrisis que los capitalistas implementen en detrimento de los derechos y logros de los trabajadores
14.- Promover y participar en la lucha contra el imperialismo como forma actual de manifestarse el capitalismo.
15.- Desarrollar el internacionalismo de los trabajadores y participar en los movimientos internacionales en la lucha contra el capitalismo
16.- Participar solidariamente en la lucha que libran los pueblos contra el capitalismo en su fase imperialista.


FRENTE SOCIALISTA DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE LA ENERGIA
NACIONAL
UNIDOS EN LA LUCHA CONTRA DEL CAPITALISMO



Caracas, 17 de noviembre de 2008

Carta dirigida a los Yuckpas del Estado Zulia

Estimados Hermanos y Hermanas Yuckpas le saludamos en el compromiso de ustedes por hacer un mundo mejor y ser los Baluartes de la gesta heroica por las reinvidicaciones aborígenes como primera tarea de recuperar sus tierras y nos siembren el camino de hacer el Socialismo en América Latina y en el Mundo. Una realidad desde la Coordinación Nacional del Frente Socialista de Trabajadores y Trabajadoras de la Energía. Les felicitamos por su contundente presencia en Cuerpo, Espiritu y Alma que nos convocan a seguir luchando por nuestros antepasados que son sus hermanos y que esta cosecha que nos manifiesten a seguir gritando en una sola voz para que Shirapta sea la semilla de la Sierra de Perijá en Venezuela y América Latina seamos la Comuna por un Mundo Mejor.
Gracias con todo cariño por ser camarada por ser miembros del Frente Socialista de trabajadores y Trabajadoras de la Energía Nacional.
La Lucha Contra las injusticias de ayer es la lucha contra las injusticias de hoy.







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